El Masters 1000 de Monte-Carlo puso primera el fin de semana pasado y se está disputando a todo trapo sobre polvo de ladrillo. Si bien aun falta para saber quién será el campeón del certamen, este torneo ya entró en la historia del tenis. ¿Por qué? La actual edición de Monte-Carlo se convirtió en el segundo Masters 1000 con más lucky losers en su cuadro principal en la historia, solo superada por Miami 1998, cuando ingresaron seis jugadores.
Las bajas del español Carlos Alcaraz (3°) y del australiano Jordan Thompson (32°) en el polvo de ladrillo monegasco le otorgó un valioso boleto al italiano Lorenzo Sonego (57°) y al oceánico Aleksandar Vukic (65°), quienes habían fallado en segunda ronda de la etapa clasificatoria al caer versus el experimentado Roberto Bautista Agut (90°) y su compatriota Christopher O'Connell (62°), respectivamente.
De esta manera, la lista de "perdedores afortunados" se amplió en el Principado de Mónaco, donde el argentino Facundo Díaz Acosta (53°) y los alemanes Daniel Altmaier (52°) y Yannick Hanfmann (61°), que sucumbieron en la qualy versus el indio Sumit Nagal (93°), el francés Corentin Moutet (101°) y el español Jaume Munar (72°), correlativamente, ya habían ocupado los lugares del finlandés Emil Ruusuvuori (67°), del checo Jiri Lehecka (28°) y del galo Adrian Mannarino (20°).
En consecuencia, la prestigiosa competencia quedó a un solo lucky loser de igualar al torneo estadounidense en 1998, oportunidad en que hospedó a seis jugadores eliminados en la fase previa, producto del guiño del destino hacia los locales Michael Sell y Brian MacPhie, los albicelestes Sebastián Prieto y Guillermo Cañas, el indio Leander Paes y el español Oscar Burrieza López.