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70 años de Vilas: de los triunfos históricos a su costado artístico

Apadrinado por Luis Alberto Spinetta, la leyenda del tenis probó suerte en su otra pasión, el arte, aunque sin tanto éxito como dentro de la cancha.
Miércoles 17 de Agosto de 2022
En Argentina, si se habla de tenis es imposible no pensar en Guillermo Vilas. El marplatense marcó un antes y un después en la historia del tenis nacional y, con grandes triunfos y excelsas demostraciones de su gran destreza técnica, logró cautivar a todo un país, aún sin ser el tenis un deporte popular en ese entonces.


Sin embargo, antes de subirse a lo más alto con la raqueta, el zurdo ya tenía un proyecto propio: a sus 23 años publicó Cientoveinticinco, un libro de poesías escritas por él. Luego, en 1976, y ya en el auge de su carrera deportiva, sacó a la venta, en conjunto con El Gráfico, su autobiografía: Quién soy y cómo juego. Y fue un éxito: más de 20 mil unidades vendidas el día de lanzamiento y más de 400 mil en total.

Lejos de conformarse, Vilas redobló la apuesta y buscó revancha en la poesía. Fue así como a comienzos de la década de 1980 se publica Cosecha de Cuatro, editado por Galerna y con el prólogo a nombre de un tal… Luis Alberto Spinetta. No obstante, esa no fue la primera colaboración del tenista con uno de los músicos más importantes de la historia argentina.


Un par de años antes, el Flaco lanzó su cuarto disco como solista, Only love can sustain, grabado en Estados Unidos y con la ambiciosa idea de expandir su música a los angloparlantes. En ese disco, Vilas fue parte de la edición de toda la pieza, y también de la composición de Niños de las campanas (Children of the bells), el tema que cierra el álbum.

En la década del 90’, luego de abandonar la actividad profesional y con la experiencia previa y encuentros con íconos internacionales como Keith Richards (integrante de los Rolling Stones) como punto de partida, Vilas decidió lanzarse como músico y grabó tres discos con distintas orientaciones sonoras: Milnuevenoventa, Dr. Silva y Guillermo Vilas, en 1990, 1992 y 1998, respectivamente. A pesar de no tener el éxito deseado y el que acostumbró dentro de la cancha, se dio el lujo de cumplir otro de sus sueños. ¡Felices 70, Willy!

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