En muchas oportunidades, a la hora de comprar un producto o un objeto, el cliente realizar distintas comparativas para ver objeto es el que tiene mejores prestaciones. La confianza es uno de los elementos que más se destaca en lo que tiene que ver con estrategias de negocio y a través de ella las marcas buscan llegar al mercado.
Incluso, las marcas han asumido que lograr que los consumidores confíen en ellas es un valor que está en alza y que cada día más resulta más poderoso y más determinante a la hora de que estas tomen decisiones de consumo.
Pero, ¿cómo hacen las marcas para trabajar la confianza? En principio es fundamental comunicar desde la verdad para establecer esa relación entre la marca y el consumidor. Luego, también es muy importante el famoso “boca a boca”, las recomendaciones de las personas que ya son clientes.
En cuanto a confianza es importante hablar de la neurociencia, ya que es nuestro cerebro quien se encarga de confiar o no en algo. A través de la neurociencia se pueden comprender los mecanismos que hacen que se confíe o no en algo.
Es a partir de esto que las marcas han comenzado a invertir en neurociencia con el propósito de conocer a sus clientes. A través de un informe presentado por “Harvard Business Review”, se ha logrado estudiar los mecanismos que hacen que el cerebro humano confíe y lo que lleva a que lo hagamos con unas personas, unas empresas y, también, las marcas.
Son dos los principales mecanismos que utiliza nuestro cerebro para confiar. El primero se trata de un mecanismo vinculado a la corteza cerebral. El cerebro humano puede hacer un trabajo de trasposición. Ponerse en el lugar de otra persona y pensar en qué se hará con tal producto o cómo le quedará alguna prenda de vestir, hace que el comportamiento vaya en línea con el de ellos.
Por otro lado, el segundo gran mecanismo está relacionado con lo emocional. A través de la empatía se puede desarrollar la confianza. Cuando se comparten emociones y se entienden de dónde salen las de las otras personas, el cerebro libera oxitocina y se absorbe la información que esa persona o marca está “liberando”.
Para confiar en alguien al que se desconoce, el cerebro humano debe hacer un trabajo de adelantamiento para intentar determinar si confía o no en ese producto, marca o persona.
Fuente: Puro Marketing