“Entreno en un campo donde se respira futbol. Donde nos dejan trabajar sin interferir y con una directiva que empuja para que todo marche bien. La gente en Culiacán me ha recibido como un hijo y estoy muy contento por el cariño brindado”.
Desde su primer día en Culiacán, quien sería nuevo entrenador Dorado se abrió reconociendo sus problemas y como luchaba por superarlos,compartió y reconoció en sus hijos y el futbol las motivaciones de vida para continuar, además de agradecer genuinamente la oportunidad del nuevo reto que asumía con alegría. Diego sorprendió al mundo y desarmó las primeras críticas desdeel discurso.Hubo quienes no fueron capaces de apreciar el mensaje, pero, ¿Cuántos de quienes criticaban el hablar pausado de Maradona y sus formas de expresarse tendrían las agallas para hablar y reconocer sus errores de vida como lo hizo él ante cientos de periodistas?, en ese mismo instante a pesar de muchos comentarios incluso de colegas, amigos o familiares, estaba decidido: con Diego nos íbamos a la guerra si era necesario, pero juntos y a ganar.
Desde el inicio, vimos en Diego Armando Maradona una autocrítica profunda y gran reciprocidad al cariño recibido de la gente. Su deseo de volver a la cancha era directamente proporcional a la alegría que proyectaba en la misma durante los entrenamientos en la pecera. El jefe Dorado sacudió a un plantel que dimensionó la tremenda oportunidad que tenían ante sus carreras y le devolvió el cariño con dos finales en nueve meses.
Están quienes lo entienden y les agrada, quienes lo entienden y no les agrada y quienes no lo quieren entender, pero la historia de Diego en Sinaloa fue un éxito en todas las áreas posibles. Deportivamente hablando el gran pez gustaba, tenía alma y desde su llegada “no hubo juego normal”, siempre que prendías la tele o ibas al estadio sin lugar a dudas te emocionaba.
En el aspecto social Maradona,contagió con su felicidad a todos, incluyendo los sectores más necesitados y vulnerables de la sociedad de Culiacán que recibieron el apoyo, alegría y empatía de su lado más humano.En el aspecto mediático y de mercadotecnia fue un fenómeno que ayudó a todos los clubes que visitaba Dorados y fue un paliativo para la crisis de entradas que se vivía en todas las plazas de la división de ascenso.
Para el estado y ciudad que lo abrazó hizo algo que ningún político o figura publica había podido realizar: Si googleabas “Culiacán”, nuestra querida ciudad era “La casa feliz de Diego, los Dorados de Maradona”.Sin quererlo y tal vez sin dimensionarlo en su momento, Maradona le hizo un caño a la droga, al chapo y a la delicuencia desbancándolas del primer sitio y le diósu justo lugar a una ciudad que, justo como a él le sucedió en vida, la juzgan todos los día sin siquiera conocerla.
Hay muchas explicaciones técnicas, pero cuando me preguntan cómo fue que Diego llegó a Culiacán, por qué aquí, me gusta concluir románticamenteque, ante la cruda realidad de una liga complicada, con un sistema injusto hasta cierto punto y varios golpes precediéndolo, Dorados recurrió a la magia, a la alegría del día a día, a contar con una anécdota y momento divertido en cada partido, en cada entrenamiento o en cada viaje. Nos dimos todo mutuamente y ahora Dorados, Sinaloa y Maradona estamos unidos para la eternidad.
Muchas gracias profesor, te amaremos siempre.