Corría el mes de abril de 1998 y todo era muy diferente a como lo es ahora. Por aquel entonces la Selección argentina se disponía a entrenar para participar meses después de la Copa del Mundo de Francia y en uno de los entrenamientos, una figura del automovilismo dijo presente en el predio de Ezeiza.
Se trataba del piloto alemán Michael Schumacher, que había llegado a la Argentina algunos días antes de que tuviera que correr en el Gran Premio de Buenos Aires, que tenía como sede al Autódromo Oscar y Juan Gálvez, y que lo tendría a él como ganador.
El piloto de Ferrari era fanático del fútbol y a todos lados donde iba intentaba practicarlo. En el caso de Argentina, la escudería italiana intentó concretar alguna visita a alguno de los equipos importantes de Buenos Aires, pero por cuestiones de agenda, el entrenamiento de la Selección dirigida por Daniel Passarella fue la mejor alternativa.
Mientras el seleccionado llevaba a cabo una nueva sesión de entrenamiento varios autos ingresaron al predio y de uno de ellos se bajó Michael Schumacher. Varios de los jugadores quedaron sorprendidos, entre ellos los que se llevaron una gran sorpresa fueron Sergio Berti y Pablo Cavallero, fanáticos del automovilismo.
Tras algunos saludos y varias palabras en distintos idiomas, el cuerpo técnico argentino lo invitó a pasar a un vestuario para que pudiera vestirse con la ropa adecuada para llevar a cabo una sesión de entrenamiento como la que hacían los jugadores.
Fue allí donde el corredor y los jugadores de la Selección que luego llegaría hasta los Cuartos de Final de Francia 1998 compartieron una mañana de puro fútbol en el predio de Ezeiza. Tras algunos ejercicios primero, llegó el momento de hacer un partido informal. De ellos tuvieron el privilegio de formar parte algunos ayudantes del entrenador, entre ellos Américo Gallego.
El “Tolo” un hombre serio y de pocas sonrisas cuando se pone serio, siguió de cerca los movimientos del alemán e incluso quedó sorprendido con los dos goles que este marcó. Pero también tuvo tiempo para gritarle a Rodolfo Cardoso, mediocampista que había jugado diez años en la Bundesliga: “Decile a este que deje de tirar tacos porque lo voy a matar”, luego de que el piloto de Ferrari intentara hacer dos goles utilizando ese recurso.
Tras el partido, todos los presentes compartieron un almuerzo juntos, se sacaron fotos y se hicieron algunos presentes. Días después de este encuentro, Schumacher se quedó con la carrera de Buenos Aires. Los jugadores de Argentina, entre los que estaban: Marcelo Gallardo, Leonardo Astrada, Germán Burgos y Marcelo Delgado, no pudieron ver el partido porque se encontraban en Israel a punto de disputar un partido amistoso preparatorio para el Mundial.
Fuente: Infobae