Esta semana, el Diario MARCA publicó la historia de uno de los delanteros del momento en LaLiga de España, como es Ezequiel “Chimy” Ávila, actual goleador del certamen por detrás de Lionel Messi.
Lo cierto es que el delantero del Osasuna ya tiene cinco goles en el torneo español y está a tan solo cuatro de Messi quien lidera la lista, ya sin ser sorpresa por su buen presente en el fútbol europeo justo después de su último paso por San Lorenzo.
Pero lo que no muchos saben es que el Chimy estuvo a punto de abandonar el fútbol hace poco por una serie de problemas personales que casi terminan en una tragedia.
“Estuve desde los 18 hasta los 20 sin jugar al fútbol. A los 20 fui papá y se me enfermó mi hija sin tener dinero”, inició revelando Ávila. “Pero llegó un momento que no podían mantenerlo y mi hija estaba internada en una clínica sin seguro social y había que pagar. Estuvo al borde de irse para arriba”, explicó acerca de la situación de Eluney Ávila, su pequeña hija.
“Hacía 30 kilómetros en bici para dejarle el boleto del bus para mi mujer, para que pudiera tomar un café porque ella se iba a las 7 am y hasta las 11 (de la noche) no volvía. Yo con lluvia tenía que trabajar, ver a mi hija, volver a trabajar, iba a todos lados en bicicleta”, agregó más adelante.
Y es que, de ser albañil para evitar caer en la delincuencia al presente de hoy, el Chimy recuerda emocionado: “Estaba en mi casa sentado y se me caían las lágrimas al ver a mis compañeros que jugaban profesionalmente y hacía un año y medio que no podía hacerlo. Mi señora me ve y me pregunta por qué lloraba y era por cómo se me escapó el fútbol. A veces uno por elegir mal se le escapan las cosas. Y me dice: ‘Si Dios quiere no se te va a escapar’. Y me entrené”.
Por último concluyó: “La gente que tengo ahora me ayudó mucho. Yo pensaba qué hago, me quedo limpiando las habitaciones, pero tenía que sacar a mi hija de la clínica. Le agradezco la vida a mi representante y gente muy amiga que fueron y pagaron. Porque yo era albañil, trabajaba en una demoledora, con las mazas de cinco kilos rompiendo paredes, y no me alcanzaba”.