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Argentinos, miremos para adentro

Argentinos, miremos para adentro
Miércoles 29 de Junio de 2016
Escribo estas líneas cansado y triste, con una mezcla de sensaciones. Al momento de escribir esta columna estoy en Río de Janeiro, para Fox Sports, haciendo un diagnóstico previo a lo que serán los Juegos Olímpicos.
Estas últimas horas han sido especiales, particulares, con sinsabores. Muchas dudas pero también muchas certezas. Enojos y desenojos.

Tuve la experiencia de ver una final de la Selección argentina de Fútbol en Brasil. Y me doy cuenta de cómo cambió el mapa futbolístico del continente. El domingo por la noche, los brasileros miraban el Brasileirao, el torneo de su país. Poco les importaba la final de la Copa América. Claro, Brasil ni siquiera pasó de ronda y tal vez sea esa la explicación.

Estando en Brasil, me doy cuenta que su fútbol está muy mal. Muchísimo peor que la Argentina. Su Selección, salvo Neymar Jr., no tiene jugadores que capten a los hinchas. No levantan temperatura. No convencen.

Cuando el domingo miraba a la Selección Argentina, por supuesto esperaba que ganara. Enfrente estaba Chile, la mejor generación de la historia de su país, con grandes futbolistas en un muy bien nivel, incluso en sus equipos.
Dolió, en lo personal, haber perdido de la manera en la que se perdió. Me dolió en lo más profundo que Messi haya errado ese penal. Pero también me dolió en el alma que Messi haya dicho basta.

No sabemos qué va a pasar, pero creo que aquí entra un poco en juego la histeria permanente de los argentinos. Cómo somos, qué poco honestos que somos como hinchas, qué poco honestos que somos como sociedad y con nosotros mismos.

Hoy, de repente, todos lloran por Messi. Leo en Facebook cartas conmovedoras cuanto durante años se lo criticó, se lo bastardeó e incluso muchos pedían que se fuera.

En una Argentina que hoy llora por Messi, la misma Argentina que no reconoce a Reutemann o todavía discute a Gaby Sabatini y se ríe de Guillermo Coria, que perdió aquella final contra Gaudio en Roland Garros. La misma Argentina que se ríe de Los Pumas pero los aplaude cuando salen terceros en un Mundial. La misma Argentina que se mofaba de Messi. Una Argentina que también se animó a decirles fracasados a estos jugadores, fracasados porque volvieron a perder una final, fracasados porque no traen la Copa, sin siquiera saber lo que significa llegar a jugar una final.

Campeón no es cualquiera. Campeón es uno solo. Empecemos por el principio. Valoremos los títulos que tenemos, para empezar a hablar, aunque hayan quedado lejos en el tiempo.

Pensé todo el día en nuestra Argentina crítica y que critica. ¿No somos mucho más fracasados nosotros que permitimos durante 12 años que hicieron con nosotros lo que quisieran en nuestro país? ¿No somos más fracasados por no hacer nada para que los que hoy están procesados no nos roben? ¿No es eso un fracaso mayor que perder una final de una copa de fútbol?

Estoy decepcionado, más que enojado. A mí, la verdad, y con una mano en el corazón, ser campeón de América o no, no me cambia la vida. Me alegra un poco más o un poco menos.

Yo vivo en la Argentina. Sí me cambia la vida que haya un gobierno corrupto y que desde afuera nos miren como un país poco serio, que no tiene reglas o no las cumple.

¿Nos vamos a amargar por un partido de fútbol? Me parece que hay cosas mucho más importantes por las que preocuparnos.

Argentina, en lo futbolístico, tuvo una oportunidad clara, que no supo aprovechar. Lo mismo ocurrió el año pasado, también contra Chile, o contra Alemania en Brasil. ¿Los penales? ¿Qué va a hacer? El mejor del mundo, que con los ojos vendados y en ojotas, mete goles de penal, el domingo lo erró. Un penal errado que tiene mucho que ver con el momento que atraviesa. No soporta más que los argentinos le digamos fracasado.

Es mucho más fácil echarles la culpa a los jugadores de fútbol, que a nosotros mismos. Y eso, me parece, es mucho más grave.