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Perdón Pumas

Perdón Pumas
Lunes 10 de Agosto de 2015
Empecé a escribir esta columna el mismo sábado que Los Pumas agigantaban su historia en Durban.

La repasé mil veces. Y hasta me emocioné. Como se emocionaron ellos, y como nos emocionamos todos.

Leo “Ser Puma” y “El Rugido” las biblias del rugby Argentino, escritos por mi amigo Jorge Búsico y no dejo de emocionarme.

Son pocas, pero contundentes las victorias épicas del seleccionado argentino de rugby en su historia. Cada una de ellas con un ingrediente particular, pero manteniendo la misma filosofía, romper barreras, superar la vara alta que le ponemos a este equipo, sin medir realmente el nivel de los monstruos que tienen enfrente y la potencia de sus rivales.

Como primera medida, debo pedir perdón, y no me da vergüenza hacerlo. Porque públicamente expresé que ante Sudáfrica en Durban, perdían por 30 o más. Que Sudáfrica herido era lo peor que le podía pasar a este equipo argentino, que había estado perdido en la cancha frente a Australia y Nueva Zelanda, y que no daba señales de estar a la altura.

Pido perdón y a la vez les doy las gracias. Porque la bofetada que le dieron a Sudáfrica, también me la dieron a mi.
Yo, que soy su hincha número 1 (en silencio) me di vuelta, y no creí en ustedes, en su coraje, en su corazón, en su entrega, en su garra. Perdón, otra vez.

Fue el sábado perfecto. El día ideal. En el país que vio nacer a Los Pumas, con aquellos Pumas en la tribuna, y con sus sucesores homenajeándolos de la forma en que este seleccionado nació. GANANDO con amor propio, sacrificio y humildad.

Todo es cuestión del destino. Pero soy un convencido, que al destino, hay que forjarlo, hay que ayudarlo, 50 años después. Parece mentira, pero es así.

50 años después, cuando se les rinde homenaje a los viejos Pumas, debemos empezar a rendirle homenaje a los nuevos PUMAS.

El ADN está intacto. Ese himno cantado en equipo. Viejos y Jóvenes. Esas lagrimas cayendo en esos rostros. Ver la emoción de los pibes, pensando lo que le debían haber dicho los viejos en el vestuario. Ponerse esa camiseta especial, conmemorativa al partido del 65… tantas cosas… 50 años pasaron, tan lejos, tan cerca…

Cuánto cambió. Todo cambió. Pero el espíritu se mantiene. Y este equipo, el de hoy, necesitaba un golpe de animo tal. Porque se trabaja, porque se cree, porque se proyecta, y es dura, cuando los resultados no se dan.

Ahora, es distinto. Se ganó con autoridad. Se demostró que Los Pumas están vivos y que quieren más.
Y que la transformación que está sufriendo el rugby argentino hace años, mas allá de las eternas discusiones con los “puristas”, da sus frutos y nos invita a soñar.