Meses después de la consagración del británico Lewis Hamilton en la máxima categoría del automovilismo, la F1 que dirige Liberty Media ya piensa en su primera carrera del año con Australia en llamas y en suspenso para llevar a cabo la primera cita de una temporada clave para el futuro de los monoplaza.
Y es que, luego de un año en donde la supremacía de Hamilton se acentúo con fuerza y en donde nuevamente se registraron bajas en los números de asistencia y repercusión en las redes sociales, los esfuerzos de la organización por revalorizar el espectáculo se hacen sentir con más fuerza.
Pues, si bien se descartó toda opción de que las escuderías creen su propia categoría paralela en un futuro, los premios son cada vez más limitados en función del presupuesto que invierte cada equipo para mantenerse a flote y en un nivel decente de competencia.
Son 900 millones de dólares los que ingresa cada categoría anualmente, de los cuales casi el 30% se va en un mínimo de costos que asciende desproporcionadamente cada año.
A todo esto, vale destacar los flamantes contratos de televisión que superan toda expectativa previa y el nuevo modelo con regulaciones de paridad, más circuitos internacionales e innovaciones tecnológicas para competirle también a la Fórmula E, que lejos de ser un complemento empezó a ser una amenaza.
Y es que, la conciencia social y consolidación de los vehículos eléctricos en el mercado han posicionado a la Fórmula E por encima de la F1 en varios segmentos de mercado que hoy empiezan a elegir a uno en detrimento del otro.
¿Será el 2020 el año que esperan Chase Carey y compañía?
