En el medio de una remota pero paradisiaca isla de 92 kilómetros cuadrados -y 40 kilómetros de playa- que no llega a los 8.000 habitantes, este fin de semana se festejó el ascenso de su club insignia hacia la Primera B Nacional, de la mano de más de 30 argentinos entre el primer equipo y la reserva que a partir de su llegada pasaron de la sexta a la segunda categoría en menos de cuatro años calendario.
Y es que, movilizados por un nuevo estilo de vida, en el 2013 un grupo de amigos del colegio San Lucas de Olivos emprendió viaje hasta la isla oceánica en donde decidieron dedicarse al fútbol de modo integral.
A partir de su llegada, el Waiheke no solamente ha sumado adeptos a pasos agigantados sino que también incorporó un equipo femenino e innumerables ventajas en las divisiones inferiores, sin contar con el crecimiento exponencial en cuanto a los resultados deportivos.
Hoy en día, y a pesar de los problemas que traen las visas de trabajo para cada uno, Facundo Calvo, uno de los fundadores del proyecto explica que: “Semanalmente vivís con 300 dólares de Nueva Zelanda, cuando ganás 500. Te alcanza para alquilarte tu casa y un auto”, y que más allá de que el fútbol sea tomado aún como un hobby para muchos, su incursión ha empezado a despertar una pasión diferente.