Columnistas

El fútbol actual: ¿Oportunidad de desarrollo marcario o mera inyección financiera?

El fútbol actual: ¿Oportunidad de desarrollo marcario o mera inyección financiera?
Miércoles 19 de Abril de 2017
A medida que transitamos la vida vamos siendo testigos de un sinfín de cambios a quienes muchos catalogan como evolutivos mientras que otros tantos los describen como una pérdida de valor al mirar por el espejo retrovisor añorando ese pasado que fue mejor. Dentro de ese marco nos encontramos con que también el fútbol se vio atraído por la siempre seductora sirena del dinero y los negocios, a lo que vale la pena afirmar que es muy fácil encontrarse enamorado a primera vista ya que el sacudón es muy fuerte como para no notarlo.

Es innegable que el fútbol ha cambiado radicalmente y que nada tiene de semejante si lo comparamos al que teníamos tan sólo hace 15 años cuando este proceso de inyección monetaria comenzó a acelerarse. Recuerdo que cuando era niño, lo máximo que teníamos como negocio relacionado al fútbol eran los álbumes de figuritas y los videojuegos, que dicho sea de paso se aggiornaban no de forma anual sino luego de un ciclo vida más prolongado. Por ese entonces los jugadores no se habían transformado en las vedettes que actualmente se presentan a los partidos más preocupados en sacarse una foto en Instagram con su auto o su nuevo corte de pelo que por jugar o embarrarse. Hoy todo se ha vuelto un negocio tan vertiginoso que hasta el branding y las compras de clubes son una constante en cada página del diario que leemos. Unos meses atrás, la Juventus sorprendió a todo el mundo al ser el primer club en adoptar un cambio rotundo en su símbolo marcario más emblemático y presentar el nuevo escudo; un diseño tan innovador como transgresor que, independientemente de compartir o no el estilo en sí, fue el comentario tanto de conocidos como de extraños, y eso es lo que cuenta. De modo muy claro, el nuevo escudo trasciende la zona de confort del mundo del fútbol y lo coloca por fuera de la industria… razón por la cual fue también criticado por el ambiente, sacando a la luz su ADN tradicional.

Los cambios de mando que estamos presenciando también marcan una época y aquí radica el eje de esta editorial debido a que el nuevo paradigma es de tal importancia que equipos considerados históricamente “chicos” aparecen actualmente en las primeras planas al gozar de un inédito suplemento de dinero en sus arcas que les permite adquirir jugadores de elite mundial y de ese modo competir de igual a igual con los “grandes”. Tal es el caso de Leipzig en Alemania que, al estar gerenciado por Red Bull, ahora tiene alas para volar y durante varios meses llegó a liderar la Bundesliga. Espanyol de Barcelona fue adquirido por el grupo chino Rastar y el Málaga por jeques árabes, aunque por el momento éstos dos sin mayores éxitos deportivos; cruzamos la frontera española y veremos tanto al Mónaco como al PSG también en manos de capitales extranjeros; West Bromwich, Manchester City y Chelsea son los respectivos casos resonantes en Inglaterra; los italianos no quedaron exentos y los dos equipos milaneses fueron comprados. Y no vale la pena continuar con la lista ya que no quiero desviarme del tema fundamental, que es la polarizada pregunta acerca de si estamos ante un modelo que vela únicamente por una bocanada monetaria para los clubes (o bien para lavar dinero por parte de los nuevos accionistas) o si se trata de una propuesta para que éstos se reconviertan desde sus raíces y evolucionar hasta convertirse en marcas más que sociedades anónimas o civiles.

Las millonarias transacciones que estos clubes llevan en cabo cada mercado de pases dejan entrever que de momento no hay una conversión marcaria de fondo como estrategia, limitándose más que nada a un saneamiento financiero de una estructura deficitaria y a vender camisetas del nuevo jugador, o bien tan sólo a diversificar las inversiones por parte de estos poderosos grupos económicos y no tan focalizado al desarrollo de una firma comercial que incluya un proyecto de largo plazo para que también se convierta en un semillero para futuras generaciones, futbolística y marketineramente hablando. Como efecto colateral, este comportamiento un tanto mezquino lleva consigo además una desvirtualización entre los equipos de cada liga debido a que puede considerarse hasta injusto e irrespetuoso para con los que vienen trabajando a pulmón desde toda la vida (aquí incluyo a los chicos, medianos y grandes). Clubes con poca estructura viven un gran éxito de una temporada a la otra gracias al dinero que recibieron, y eso es un tanto injusto para todos aunque vale reconocer que las ligas se vuelven más atractivas al no ser dominadas siempre por los mismos de siempre, pero también es necesario que se incluya un cierto límite a la inversión descarada o al menos que existan reglas que exijan obligaciones como contrapartida. Por lo pronto, ese escenario parece un tanto lejano y con pocas chances de ser regulado en el corto plazo; mientras tanto, el fútbol vive una bicicleta financiera que lo hace transitar por una primavera.