Los Juegos Olímpicos han terminado. En Río de Janeiro, más de 10.000 deportistas nos han demostrado cuán importante es tener sueños grandes, trabajar para que se hagan realidad y, lo más importante, nunca bajar los brazos.

En tierra carioca hemos visto cómo algunos deportistas se han consagrado en jornadas épicas. Algunos lo han hecho en deportes individuales, mientras que otros a través de sus equipos. A todos nos suena el nombre de UsainBolt, quien con su velocidad ha pasado al Olimpo como uno de los grandes atletas de nuestra época.

También hemos sido testigos de otras hazañas, como la de la colombiana Mariana Pajón (bicicross), el estadounidense Michael Phelps (natación), su compatriota Simone Biles (gimnasia artística), el británico Andy Murray (tenis), la brasileña Rafaela Silva (judo) y la argentina Paula Pareto (también en judo), entre otros.

En fin, sería imposible hacer una lista con todos los atletas que han destacado en estos juegos. Sin embargo, no debemos olvidar que en el deporte se brilla incluso cuando no se consigue el oro, la plata o el bronce. Si bien las cámaras y nuestras miradas suelen estar dirigidas a aquellos hombres y mujeres que suben al podio, no debemos dejar pasar por alto a los otros héroes. Me refiero a aquellos que quizás no salen en la prensa, pero cuyas historias son verdaderos testimonios de esfuerzo y tenacidad. Hombres y mujeres que pese a las adversidades nos demuestran que en el deporte nunca hay que darse por vencido. Que en el deporte no siempre la consigna es ganar. Muchas veces la victoria no pasa simplemente por superar a otros, sino por demostrarnos que podemos dar todo lo que tenemos, incluso cuando ya no nos quede nada más que el orgullo y el amor propio.