Seis meses. Es el tiempo exacto que falta para que el Rally Dakar 2017 se ponga en marcha. Medio año en el que los pilotos tenemos que poner a punto nuestras máquinas y, lo más importante, nuestras mentes y cuerpos.
El Dakar es una prueba que nos exige al máximo en todos los aspectos. Si bien se trata de una competencia de motor en la que motos, coches, camiones y cuadriciclos entran a la pista, el punto de inflexión se logra a través de una óptima preparación del piloto.
Durante el tiempo que queda debemos tratar de mejorar nuestra capacidad a bordo del vehículo (en mi caso, la moto), nuestra habilidad para navegar y, sobre todo, el estado físico y sicológico.
En un Dakar, los pilotos nos sometemos a situaciones extremas. En cada jornada debemos levantarnos alrededor de las 4:00 de la madrugada para prepararnos y salir al inicio de la etapa. Por día podemos recorrer entre 500 y 700 kilómetros. En algunos casos lo hacemos bajo el intenso calor, con temperaturas que superan los 40 grados centígrados. Y también debemos hacerle frente al frío, cuando el Dakar sube a la montaña y nos toca sentir el viento frío y correr a temperaturas en las que el termómetro bordeo los 0 grados.
Las jornadas tranquilamente terminan a las 11:00 de la noche, luego de planificar la carrera del día siguiente, de verificar el estado de la moto o de coordinar otros aspectos inherentes a la prueba.
Así día a día, durante dos semanas. Con tanto trajín, la única forma de poder soportar un Dakar es teniendo un estado físico impecable. A ello hay que agregarle una capacidad sicológico acorde a las condiciones. Capacidad que le permita a uno concentrarse al máximo, para no cometer errores o para poder sobreponerse a ellos y no dejarse caer.
No por algo el Dakar es el rally más exigente y extremo del mundo. No por algo es que a seis meses de su inicio, ya tenemos que tener el camino marcado y saber en detalle que tenemos que prepararnos al máximo para cuando llegue el día en el que tengamos que acelerar a fondo.